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La excelencia en tiempos de crisis

La Orquestra de la Comunitat Valenciana funciona con el 60% de la plantilla El Palau de les Arts cubrirá pronto algunas plazas vacantes

La Orquestra de la Comunitat Valenciana con Zubin Mehta a la batuta.
La Orquestra de la Comunitat Valenciana con Zubin Mehta a la batuta.ÓSCAR CORRAL

Nadie duda de que la Orquestra de la Comunitat Valenciana mantiene el alto nivel que auspició su nacimiento, hace algo más de cinco años, como pudo comprobarse en los recientes conciertos sinfónicos ofrecidos con la Octava de Bruckner bajo la batuta de Zubin Mehta en Valencia, Castellón y Canarias. Un éxito de público y crítica. Apenas nada ha cambiado en el nivel de excelencia que ofrece al público la joven formación valenciana, que viajará en septiembre a China. Pero en este relativamente corto periodo de tiempo, sí se han producido cambios en su interior, con tres hechos relevantes que contextualizan su desarrollo: la salida de Lorin Maazel, director musical fundacional, la crisis económica y un éxodo constante de músicos que ha dejado a la orquesta en un 60% de su plantilla original, que era de 92 músicos.

“En este momento tenemos 55 músicos fijos”, confirma la intendente Helga Schmidt. “Para completar el resto haremos nuevas audiciones muy pronto y estamos contratando aumentos que en general son recomendados por los solistas de cada grupo”. Los aumentos son los músicos de refuerzo que se fichan para cada ocasión. La intendente y directora artística del Palau de les Arts asume “la responsabilidad de traer aquí aumentos de alto nivel”. “Tengo esta responsabilidad con los solistas de cada sección y consiste en líneas generales en contratar los mejores músicos que se pueden encontrar en este momento”, explica.

Apenas coinciden 40 músicos entre el ‘Don Giovanni’ de 2006 y el de 2012

Cabe pensar que la delgadez de la plantilla actual y el constante baile de músicos podría afectar al rendimiento y calidad de la orquesta, pero Schmidt asegura que esa cuestión “se resuelve con los aumentos”. Y aunque su sueño “es tener una orquesta de 120 músicos porque con una plantilla así puedes hacer mucha más actividad”, las circunstancias económicas mandan: “Con el presupuesto que tenemos es mejor contar con 55, aunque necesitamos reforzarlos con algunos instrumentos, sobre todo en cuerda y metales”. Piensa que es “mejor tener un aumento estupendo que pasar por audiciones a alguien que no esté al nivel de la orquesta”.

La buena noticia es que, en todo caso, en pocas semanas comenzarán las audiciones para cubrir puestos de fagot-contrafagot, violas, violín, oboe-corno inglés y timbal-percusión, plazas para las que se presentan 500 candidatos y candidatas de procedencia diversa. La cobertura de estas vacantes aliviará una situación que para los músicos plantea, por ejemplo, problemas de rotación en los casos en que únicamente hay un solista o ni siquiera eso.

“Sólo tenemos un fagot, ¿cómo se puede funcionar con un solo fagot?”, se pregunta molesto un destacado músico de la orquesta que no quiere ver su nombre publicado. Ciertamente, en el programa de mano del último Don Giovanni, puesto en escena hace tres semanas, solo figuraba un fagot titular y no se puede pasar por alto que, además, el solista de este instrumento era un invitado de aumento. Lo mismo se puede decir del solista de la sección de violas, que también era un refuerzo.

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“La orquesta es el corazón del Palau y de su directora artística”

Para hacer comparaciones, lo más ilustrativo es mirar al Don Giovanni ofrecido en diciembre de 2006 tras el sonado hundimiento de la plataforma central del escenario, con secciones completas de violas y fagots. De hecho, si se comparan ambos programas de mano, el de 2006 y el de 2012, no coinciden siquiera 40 músicos. Y de los ocho miembros destacados del equipo técnico, encabezado por el entonces secretario técnico Abili Fort, solo quedan tres hoy.

Para establecer una comparación con una orquesta más cercana, basta con mirar al vecino Palau de la Música, que cuenta actualmente con 92 músicos de plantilla. Los músicos de Les Arts consultados aceptan que la movilidad entra dentro de lo habitual en una gran orquesta, pero en este caso se sale de lo normal. “La dirección debería hacer una reflexión sobre las razones de este éxodo”, cree un relevante miembro de la orquesta.

Helga Schmidt hace referencia a “algunos músicos que se han ido porque tenían excedencia del Palau de la Música y no querían perder su plaza fija, lo dijeron muy claramente”. “Y lo mismo pasa con algunos técnicos. Es humanamente comprensible, porque la seguridad social y económica es importante. También han pasado por aquí tutti”, es decir, músicos que no tienen un papel solista, “que encuentran la posibilidad de mejorar su futuro en Copenhague, Estocolmo u otras ciudades, son motivos privados. También a veces, por razones familiares más que profesionales”.

En privado los músicos expresan descontento por la gestión interna

Algunos miembros de la orquesta reconocen que han existido estas razones para abandonar el barco de Calatrava, pero señalan que de haberse dado otras circunstancias internas, algunos podrían haberse quedado. “Todos vinimos al Palau con mucha ilusión por este proyecto que comenzaba de cero para crecer juntos, somos músicos que teníamos una idea de cómo funciona una orquesta europea y musicalmente “esta es muy buena, pero muchos no estamos contentos con la gestión interna y la planificación”. Son las palabras con que resume de alguna manera el sentir de otros músicos un miembro de la orquesta que, como el resto, prefiere mantenerse en el anonimato. Improvisación, con “cambios constantes de horarios y ensayos”, una planificación insuficiente, incumplimientos de convenio y la falta de cobertura de las plazas vacantes son algunas de las causas de una frustración latente que afortunadamente no se traslada a la interpretación y al trabajo. “Si todavía no sabemos los ensayos que vamos a tener en mayo, ¿cómo vamos a conocer la agenda de la próxima temporada?”, se lamenta uno. “La mayoría de los emails que nos llegan son de cambios de planning”, asegura otro. En medio de esa atmósfera, el momento de mayor tensión, según confirman varios miembros de la orquesta, culminó en 2009 con una votación ante notario en la que una mayoría de los músicos se pronunció en contra de la continuidad de Felipe Caicedo como secretario técnico. Este puesto lo ocupa ahora el exgerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia Oriol Ponsa, que se incorporó al staff en diciembre. Caicedo es ahora director de Producción del Palau.

Aunque la Orquestra se formó a golpe de talonario, los músicos aceptan de buen grado en general la rebaja que les han supuesto los recortes de la crisis, que a ellos les representa de un 5% a un 12 % de su sueldo, y se mantienen expectantes ante un futuro tan incierto como para cualquier valenciano.

Los últimos conciertos certifican el alto nivel de la orquesta

Ante la propuesta de imaginar la orquesta dentro de cinco años y una vez superada la crisis, la intendente Helga Schmidt dice sobre la formación: “Tiene que superar la crisis necesariamente porque el presidente de la Generalitat me ha dicho que no quiere cerrar en absoluto el Palau”. El objetivo “es salir adelante con una programación más popular, haciendo óperas como La Bohème, Rigoletto, Un ballo in maschera, o musicales que son importantes para el público joven”. Habla también de “música ligera” al referirse al concierto del cantante Pablo Alborán en acústico el próximo 2 de marzo, para el que se vendieron 1.400 entradas en dos horas. “Este es un palacio de las artes, no es un palacio de la ópera; la música es el centro, pero a su alrededor caben tanto las formas camerística, lírica o sinfónica como la danza contemporánea o el ballet”, señala la intendente. Se supone que la orquesta debería seguir siendo el corazón del Palau de les Arts. “Del Palau”, corrobora la intendente, “y también de su directora artística”.

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