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La doble lucha de un coloso

El vilalbés José Cuba busca su pasaporte olímpico sin ayudas económicas

José Cuba, con traje negro, durante una competición internacional frente a un adversario búlgaro.
José Cuba, con traje negro, durante una competición internacional frente a un adversario búlgaro.

A José Cuba Vázquez le gusta hablar de su deporte, de su milenaria historia, de la suya personal, de cómo le enfocó hacia un camino que le llevó a una titulación universitaria y a profundizar en una serie de valores que tienen que ver con la superación, el esfuerzo y el sacrificio. A Cuba, un coloso de Vilalba que se va al 1,87 metros de altura y supera de largo los 100 kilos de peso, le disgusta cómo se percibe el deporte en buena parte de la sociedad, más atenta a glosar la anécdota de la estrella futbolera que a premiar la trayectoria de referencias más cercanas. El pasado fin de semana, José Cuba se proclamó campeón de España de lucha libre por undécima vez y en abril opositará a la cima, a conseguir su presencia en los Juegos Olímpicos.

 Londres es la meta, por más que no todos empujen en ese sentido. En 2008 Cuba quedó a un paso de la cita olímpica de Pekín. “Tenía que vencer en un combate en un torneo que se disputó en Polonia, iba ganando, pero al final me remontaron y me quedé a las puertas”, recuerda. Pero al menos le llegó el reconocimiento con una beca ADO. Nada desmesurado, 12.000 euros al año para desplazamientos de un deportista con problemas para encontrar sparrings de su nivel en España. “Y para progresar tienes que entrenar con los mejores. O voy yo junto a ellos, o vienen ellos aquí”, aclara. Estancias en Rusia o Bulgaria, visitas de ucranios a Vilalba, el trajín propio de quien entrena en la capital de A Terra Chá, vive en Vigo y estudió en A Coruña. Pero la ayuda que se inició con este ciclo olímpico y que consiguió que el campeón de España dejara de trabajar de camarero las noches de los fines de semana para costearse su pasión deportiva, feneció justo este año. “Han decidido que solo se beneficien quienes tienen garantizada su presencia en Londres y yo todavía tengo que ganármela”. Al menos no ha vuelto a la barra. “Los lunes no estaba en condiciones de entrenar”. Con o sin dinero, el objetivo es el mismo: restan siete plazas en juego para Londres y las buscará dondd estén. Y están en Bulgaria, China y Finlandia. “No me presiono, pero a veces pienso que es mi oportunidad. O a lo mejor sigo otros cuatro años más…”.

Al tiempo que competía, se ganó la vida poniendo copas por la noche

Cuba está en la treintena. “Empecé tarde, con 20 años, por eso físicamente no estoy gastado”. De una aldea próxima a Vilalba, San Simón, era un niño proclive a apuntarse a todo tipo de actividad deportiva. La primera vez que pisó un tatami fue para hacer taekwondo, pero en el gimnasio al que acudía se montó un club de lucha. Y cayó seducido. “Me gustó. Llegué sin saber nada y vi que era capaz de hacer cosas. Es un deporte muy natural, que sale solo y en el que no hay que asumir un gasto económico para iniciarte”. El origen de la lucha se sumerge en el confín de los tiempos. “Con el atletismo es el deporte más antiguo”, ilustra Cuba, que recalca la universalidad de una modalidad de gran tradición en el Este de Europa y Asia y que es el cuarto deporte en número de practicantes en las universidades de Estados Unidos.

Y ahí están en Vigo, Santiago y sobre todo Vilalba, Rábade o Lugo manteniendo la llama de la lucha en Galicia, la que pervivió en la posguerra en A Coruña —donde ahora languidece por falta de entrenadores— y que en A Terra Chá tratan de enfocar hacia los colegios, la que entronca con la lucha tradicional gallega, que el club A Cambadela trata de perpetuar desde A Estrada. Se han producido avances. En los años noventa empezó a llegar algún técnico ruso y el Centro de Tecnificación de Pontevedra ayuda a mejorar condiciones de entrenamiento en las que aún queda mucho por hacer. Cuba y el Club de Loitas Olímpicas de Vilalba se adiestran en un almacén del auditorio de la villa, un espacio demasiado estrecho, a la postre un lujo. “Llegamos a prepararnos en un polideportivo en construcción sin puertas ni ventanas, a cinco grados bajo cero”, explica el campeón, que atiende con ilusión a la progresión de su compañero de entrenamientos, el joven Francisco Monasterio, con quien barrunta una posible sucesión.

Sueña con una plaza de policía local, pero su masa corporal excede la permitida
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Porque Cuba ya piensa en lo que está por venir. “Tanto si llego a Londres como si no hablaré después con mi mujer y con mi entrenador, Iván Castro, uno de los mejores de Europa y que no cobra”. Puesto así parece claro quién tendrá más peso en su decisión. “Primero hablaré con ella y luego con Iván”, bromea. En el horizonte están unas oposiciones a policia local a las que no se puede presentar sin renunciar a los éxitos deportivos. El coloso de Vilalba no puede ser policía porque su índice de masa corporal supera el indicado en las bases. “No pido nada, pero en otros sitios los deportistas de élite tienen más facilidades para acceder a esas plazas sin renunciar a su carrera. Yo represento a mi país por todo el mundo y no veo que se me reconozca de alguna manera”, se lamenta. En realidad ya sabe que aunque se retire de la competición tendrá que seguir en la brecha: “La vida también es lucha”.

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