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La joya más oculta del modernismo

El castillo de Santa Florentina, en Canet de Mar, en venta por 20 millones La fortaleza fue totalmente reformada por Domènech i Montaner en 1907

El castillo de Santa Florentina en Canet de Mar.
El castillo de Santa Florentina en Canet de Mar. JOAN SÁNCHEZ

Los conductores que circulan a diario por la C-32 a su paso por Canet de Mar (Maresme) se han acostumbrado a ver dos altas torres con almenas que sobresalen entre la vegetación de la sierra del Prelitoral. Son las del castillo de Santa Florentina, una construcción medieval que hunde sus raíces en un enclave romano, pero que debe su actual imagen a la reforma integral que el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner realizó en 1907. Como si fuera una vivienda más de las muchas que realizó en el Eixample barcelonés, pero de 3.000 metros cuadrados, Domènech incorporó, a modo de collage, todos los elementos que le han dado personalidad: mármoles, piedras y maderas talladas, vidrieras de colores, pero a lo grande: 10 habitaciones, ocho baños, salones inmensos y miles de metros cuadrados de zona verde de uso privado. Incluso estuvo a punto de llevarse a Canet las columnas del templo de Augusto que acababan de ser descubiertas.

Esta joya del modernismo rural casi desconocida, el sueño de cualquiera que quiera sentirse un señor medieval, está a la venta. Pero tiene un precio: 20 millones de euros. Pese a eso, aunque cueste creerlo en los tiempos que corren, hay ofertas sobre la mesa. Mas que ofertas, “estudios de compra”, tal como gusta llamarlos en Engel & Völkers, la inmobiliaria que lo tiene en cartera. Fuentes de la agencia del Maresme aseguran que no es fácil, porque es una propiedad cara para clientes muy exclusivos, “la mayoría extranjeros”.

El edificio está catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional y la Generalitat solo puede ejercer el derecho de tanteo, pero no son buenos tiempos de liquidez para las Administraciones públicas.

Interior del castillo de Santa Florentina
Interior del castillo de Santa Florentina

Pese a lo que aseguran en Engel & Völkers, Fernando García Erviti, de Joyas Inmobiliarias, mantiene que los clientes que compran este tipo de propiedades “no son excéntricos rusos o jeques árabes: la mayoría son grupos con intereses en la restauración o la hostelería”. Su empresa tiene en cartera media docena de castillos e iglesias de todas España y sorprende oírle decir que la crisis no ha afectado a este sector: “Nadie compra un castillo pidiendo un crédito hipotecario”. Asegura que en la actualidad hay una docena de castillos en España, “dos o tres en Cataluña”, y que “cada año se venden tres o cuatro”, aunque reconoce que el de Santa Florentina es excepcional, por estado de conservación y dimensiones.

Según García Erviti, “los precios son negociables, porque no suele haber referencias muy fiables que definan el valor real”. “Se pagan posibilidades más que el valor de la piedra”, concluye.

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Entre las ventajas que tiene comprar un castillo está que queda exento del impuesto de patrimonio. Entre los inconvenientes, que la Generalitat velará por su estado y podrá multar en caso de un mal uso o mantenimiento, como hizo recientemente con la propietaria de la vivienda de Puig i Cadafalch en Argentona, a la que impuso 30.000 euros. Pero eso no es nada para alguien que está dispuesto a pagar 20 millones.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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