La sanidad andaluza ha asistido en la última legislatura a un cambio de modelo que marca, en gran medida, un antes y un después: la descentralización. La organización en unidades de gestión clínica deja cada vez más autonomía a los profesionales, que manejan equipos y presupuestos según sus necesidades. A esta transformación se han unido algunas decisiones tomadas en los últimos meses para reducir el gasto, como las plataformas provinciales de contratación y la licitación de medicamentos, pero también medidas de eficiencia adoptadas años atrás y que en los últimos ejercicios han dado fruto.
Es el caso, por ejemplo, de la prescripción por principio activo, que empezó a aplicarse hace más de una década y que ya supone el 85% de las recetas que factura el SAS.
Más allá de lo económico, la legislatura que ahora acaba ha dado para mucho. Por ejemplo, para aprobar la primera ley estatal de muerte digna o ampliar hasta 13 las patologías que se pueden beneficiar del diagnóstico genético preimplantatorio (ya han nacido 21 niños libres de enfermedad gracias a esta técnica).
La Consejería de Salud ha mantenido también su apuesta por la investigación biomédica que, según las cuentas de este departamento, ya es una fuente más de generación de riqueza: cada euro invertido en esta materia, asegura la Junta, genera un valor añadido de 50 euros. Entre los grandes hitos médicos, el primer transplante de cara realizado en la comunidad.
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