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Entre el silencio y el conocimiento

Jerónimo Elespe presenta su primera muestra individual en España

Jerónimo Elespe, junto a una de sus obras.
Jerónimo Elespe, junto a una de sus obras.JULIÁN ROJAS

La carrera artística del joven pintor madrileño Jerónimo Elespe se reforzó ayer con la inauguración en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) de Tácitos y sordos, su primera exposición individual en España. Un refuerzo a nivel nacional que refrenda el tirón que este pintor de 37 años ha conseguido en los circuitos artísticos de Nueva York, ciudad en la que ha residido 12 años tras culminar sus estudios de Bellas Artes en la Universidad de Yale y en la que ha expuesto en destacadas galerías, como Eleven Rivington o John Connely.

Tácitos y sordos es un encargo que el director del CAC Málaga, Fernando Francés, realizó hace tres años a Elespe para su exhibición en el centro. “Era consciente de que su proceso de producción es lento y muy minucioso, así que anticipé la invitación para que expusiese en el CAC”, indicó Francés, quien se mostró satisfecho porque el centro que dirige acoja la primera individual de Elespe, “algo que ya hicimos hace un tiempo con otro artista de gran proyección internacional como es Santiago Sierra”.

En esta muestra, Elespe reúne 35 piezas de pequeño formato —algunas diminutas, de tan solo 6x4 centímetros— en óleo sobre aluminio realizadas entre 2009 y 2011. Tres años de proceso creativo que reflejan el mundo más íntimo del pintor, ofreciendo al espectador pequeñas mirillas por las que colarse en su vida doméstica, familiar o profesional, miradas casi furtivas que despiertan cierta intranquilidad al observador.

“La obra de este pintor despierta la inquietud del espectador, de la misma manera que queda la sensación de que está sacado directamente de una imagen ensoñada, de un paisaje o una figura onírica. Lo primero que sorprende es la dimensión de la pieza, casi diminuta, en la que hay que detenerse y olvidarse del tiempo para adivinar qué esconden las pinceladas cortas y sutiles y, entender realmente que la dimensión no hace a una obra grande o pequeña, sino aquello que oculta. Si el esplendor y la exuberancia del Romanticismo exigía de grandes formatos para poder expandir su manera de entender el mundo y la naturaleza, Elespe entiende que esa misma ensoñación, un tanto romántica, puede ser también implosiva, consiguiendo el mismo resultado, o incluso un efecto superior a la pretensión explosiva romántica”, resaltó Francés.

Elespe concibe su obra como una especie de diario en el que refleja pincelada a pincelada, casi de una forma obsesiva, todo aquello que va experimentando, de ahí que tenga una marcada vertiente autobiográfica. Sus influencias pueden encontrarse en el mundo del arte, concretamente en la pintura (Morandi o Antonello de Messina), en el cine (Ozu), el cómic o la literatura (Poe, Ballard o Salinger).

“Considero mis cuadros como objetos físicos, una contradicción entre lo físico y lo etéreo que me es muy útil para profundizar en la temática. El formato diminuto y el soporte metálico me permiten ese juego experimental que tanto me interesa”, explicó Elespe, quien destacó que la ausencia de información al lado de las obras expuestas persigue que cada espectador “se construya su propia narrativa” y que cada recorrido por la “exposición-instalación” sea diferente.

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“Escogí el nombre de Tácitos y sordos para mi primera exposición individual por dos motivos. Primero por su acepción: es algo callado, silencioso, algo que refleja mi pintura; pero también hace referencia al conocimiento tácito, ese que no se puede o es muy difícil de transmitir de forma verbal, lo que refleja a la perfección lo que es la pintura”, dijo Elespe.

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