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“¿Dónde está el dinero? ¡Culpable, culpable!”

A los empleados de servicios públicos se les unieron estudiantes, parados y jubilados en la manifestación

Un grupo de manifestantes sentados ante el domicilio de Francisco Camps
Un grupo de manifestantes sentados ante el domicilio de Francisco CampsCARLES FRANCESC

La manifestación que tuvo lugar ayer en las calles de Valencia contra los recortes se guardó varios ases en la manga. A los empleados de servicios públicos se les unieron estudiantes, parados y jubilados. Cada uno portaba su pancarta y reclamaba su parte. Sin embargo, el coro que se escuchó al unísono en un momento dado no iba dirigido contra el actual presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, cuyo Gobierno aprobó el decreto ley del tijeretazo. Los gritos que lanzaron fueron hacia Francisco Camps, expresidente de la Generalitat, cuando la marcha pasó por debajo de su casa. “¿Dónde está el dinero?” y “¡Culpable, culpable!” fueron las frases más suaves de estos parones intermitentes, que transcurrieron sin ningún altercado por delante de su domicilio, situado en una céntrica calle de Valencia.

Camps fue, de hecho, uno de los protagonistas de la protesta de ayer, que se desarrolló un día después de que el jurado popular exculpara al expresidente y al diputado Ricardo Costa del delito de cohecho pasivo. Expresident a Picassent, señalaba una pancarta en alusión a la cárcel de la localidad valenciana. El veredicto del proceso aceleró la improvisada alteración del itinerario: “El cambio de recorrido no ha sido idea nuestra. Lo han decidido los sindicatos”, argumentó Jordi, uno de los miembros del 15-M. “Además”, señaló, “nosotros no queremos darle el gusto a algunos para que luego puedan reprocharnos nada”. “Todo se debe a una mezcla de resignación, cabreo, desesperanza y apatía”, añadió, “que hace que la gente ya haya dejado de estar indignada para pasar al cansancio al ver cómo ha calado el mensaje neoconservador en todo el territorio nacional”, concluyó. Y es que entre los carteles sindicales, tal y como habían pactado minutos antes de la marcha, se encontraban miembros del Movimiento 15-M repartidos en tres grupos. Junto al resto de los manifestantes eran los que iniciaban con más vehemencia, siempre bajo la premisa del pacifismo, los gritos frente a la residencia del expresidente. “En la fiesta de Camps, todo el mundo salía con unos cuantos trajes de más”, fue una de las proclamas más seguidas y festejadas de la tarde, cantada al ritmo de la conocida canción Fiesta de Blas de Fórmula V.

El paso fluido de los manifestantes se ralentizó a menudo en este tramo. “Con este Tribunal vamos de culo”, moviéndose en dirección contraria a la marcha, o “Bote, bote, bote, corrupto el que no bote” fueron algunas de las variantes que introdujeron en su paso.

La marcha de ayer alteró

“La impunidad con la que cuentan los gobernantes es una ayuda negativa a cualquier servicio social”, acusó Blai Villa, profesor del IES Cabanyal. “Es un ejemplo deplorable el que han dado los jueces”, comentaba un joven que portaba un cartón con la imagen de Camps dibujada con cadenas en los pies.

Uno de los megáfonos más activos aprovechó este lugar para proferir mensajes de apoyo al juez Baltasar Garzón. El “Garzón, amigo, el pueblo está contigo” se intercaló con el anuncio de la asamblea nocturna delante del “tribunal de la injusticia”.

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“Queremos un aeropuerto en Benimaclet” o “¿cuánto ha costado este jurado?” servían de introducción a las recurrentes “no hay pan para tanto chorizo” o las más directas “ladrones: vosotros robáis, nosotros pagamos”.

Los gritos sonaron al

Una pancarta se orientaba hacia la parte frontal del edificio con una “explicación del despilfarro” en forma de encerado: “Un ruinoso parque de atracciones, 377 millones; carreras de Fórmula 1: 244 millones; aeropuerto sin aviones, 180 millones; visita del Papa, 30 millones; La educación... no tiene precio”.

Después de la manifestación, solo unos 30 jóvenes participaron abiertamente en la asamblea convocada. Unos tapetes que anunciaban “Se traspasa justicia por falta de uso” o “Contra la impunidad, acampada popular” servían de tarima. Hacia las diez de la noche aún no estaba decidido cuánta gente pensaba permanecer allí. Lo que tenían claro era la frecuencia de las acciones a llevar a cabo: “Vamos a concentrarnos aquí [por la calle del Palau, frente al TSJV] todos los días a las ocho durante media hora”, remarcaba Jordi, “Y esperamos ser 20.000 personas, porque no entiendo quién no se siente en contra de esta chapuza: es una patraña judicial”.

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