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SE VA EL ÚLTIMO BARÓN DEL PP GALLEGO

Dimite Baltar, el histórico barón ourensano

El líder ourensano llama "veletas" a la dirección del PP gallego

Imagen del último congreso del PP ourensano en 2010
Imagen del último congreso del PP ourensano en 2010NACHO GÓMEZ

Pocas veces la sala de juntas de la Diputación de Ourense se queda pequeña para acoger a los medios de comunicación. Ayer sucedió. Tras 44 años en la política y 22 años al frente del ente provincial, el barón del PP que aguantó firme los envites de sus adversarios políticos -los de la oposición y los de su propio partido- pone fin a su vida política y pública. José Luis Baltar lo deja con 71 años. A partir de mañana abandona todos sus cargos públicos: la presidencia de la Diputación y los sillones de diputado en el ente provincial y de concejal en el ayuntamiento de Ourense. Quiere ser una persona totalmente anónima que se va a dedicar a pasear y a cuidar de sus nietos. Le costará conseguirlo porque su poso personal ha marcado todas las instituciones públicas ourensanas y la vida política de Galicia.

 Ha controlado con mano dura a sus diputados, ha presumido de “ser cacique bueno” y ha hecho temblar los cimientos de la Xunta de Galicia cuando no veía satisfechas sus reclamaciones. El pasado verano su salud se resintió seriamente. Ahí empezó el declive. La actividad pública cayó en picado y dejó de ser el protagonista en muchos de los actos que antes controlaba al dedillo. A partir de entonces, sus apariciones se limitaron a ruedas de prensa para presentar actividades de poca envergadura o a la presidencia de plenos. De hecho, uno de sus últimos grandes logros electorales -la conquista del ayuntamiento de O Carballiño, histórico feudo socialista y tierra del líder de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez- pasó de puntillas por su vida. Su enfermedad no le permitió asistir a las grandes celebraciones. De hecho, se quedó en casa mientras Mariano Rajoy y la plana mayor del partido en Galicia “reconquistaban” la Festa do Pulpo que, cada verano, celebra esta localidad y de la que se habían apoderado los socialistas.

 “El último congreso provincial fue la gota que colmó el vaso” reconoció ayer. En ese cónclave colocó a su hijo, José Manuel Baltar, al frente del partido en la provincia. Las zancadillas y venganzas personales afloraron más que nunca después de que el alcalde de Verín, Juan Manuel Jiménez Morán, se posicionase en contra del baltarismo liderando una candidatura apoyada por presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Las espinas quedaron clavadas en el interior del histórico líder ourensano, que retiró la palabra a todos los que orbitaron entorno a esa lista. “Yo no me esperaba lo que pasó” dijo ayer en varias ocasiones. En julio de 2011 y tras las elecciones municipales, aseguraba a su hijo en la línea de salida para apuntalar su sucesión al frente de la Diputación. Desde entonces, Baltar Blanco es diputado suplente y concejal en el ayuntamiento de Esgos. Cumple así todos los requisitos necesarios para que el grupo popular decida, gracias a su mayoría absoluta, quién será el nuevo presidente. Baltar hijo figura como segundo suplente por lo que, para completar la sucesión, tendría que renunciar a su acta en la diputación ourensana el primer suplente, el alcalde de Nogueira de Ramuín, César Parente.

Las relaciones de Baltar con el PP gallego nunca han sido fáciles. El barón ourensano, antes de integrarse en las filas populares, tenía su propia formación política, Centristas de Ourense

Mañana presentará su renuncia oficial que será llevada a un pleno que se celebra este mismo viernes y en un plazo máximo de 15 días, será convocado otro pleno en el cual se dará entrada al sustituto. Rosendo Fernández, vicepresidente de la institución, asumirá temporalmente el cargo, aunque el viernes aún será Baltar padre el que tenga el bastón de mando. No habrá votación porque nadie puede oponerse a una dimisión. A partir de ese momento, “el partido tiene que tomar la decisión” insiste. Serán los diputados provinciales, tras recibir la certificación de la dimisión presidencial, los que expidan la credencial del diputado que le sustituya.

En 2003, en el tramo final del mandato de Manuel Fraga en la Xunta,  cinco diputados ourensanos afines a Baltar llegaron a protagonizar un encierro para exigir más poder en el PPgallego
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 “Cualquiera de los diputados provinciales, incluyendo el que entre en mi lugar puede ser presidente” aclaraba ayer. Las quinielas están claras para la mayoría de fuentes consultadas, aunque el barón ourensano se mostró ambiguo cuando le preguntaron por el tema: “no doy por hecho que el sucesor sea mi hijo” aseveró una y otra vez. "Ahora soy un militante de base más" y por tanto "sólo si alguien me pide consejo se lo daré. Baltar reconoció que aconsejó a su hijo que “no se metiese en política”. Se desganó en afirmar que a él no le compensó porque “fue más lo que perdió, que lo que ganó”.

Antes de afrontar las preguntas de decenas de periodistas estuvo solo en su despacho. La voz se le quebró en más de una ocasión y las lágrimas estuvieron a punto de caer por su rostro. Al final reconoció que si no lloró es porque su mujer se lo prohibió. Las declaraciones acabaron con una gran sonrisa y aplausos de algunos de los trabajadores de la institución, que no quisieron perderse las últimas palabras del “cacique bueno” que les buscó un puesto de trabajo. Pocas personas sabían que haría pública su dimisión ayer. A su mujer se lo dijo esa misma mañana y ella respondió que “no se lo creía”. La opinión de su esposa, Alicia Blanco, también ha influido en la apresurada despedida: hace meses que insistía en que dejase la política. Al mediodía reunió a sus diputados para comunicarles que se iba. Ellos se ofrecieron a acompañarle durante la comparecencia pública, pero rechazó la ayuda.

 Al presidente de la Xunta se lo dijo hace una semana. Y ayer, Núñez Feijóo, le llamó para aclarar que si se va es porque “quiere y no porque le eche nadie”. Los enfrentamientos del barón ourensano con la dirección del Partido Popular gallego han sido muy sonados. El histórico encierro en un piso de Santiago de Compostela junto con un grupo de diputados que seguían sus órdenes a pies juntillas, puso al último gobierno de Manuel Fraga al borde del precipicio. También aprovechó para mandar algún recado a la actual dirección del partido en Galicia. Reconoció que “los jefes”, en alusión a la dirección gallega, “son una veleta que hoy está a tu favor y mañana te deja en la estacada”. Para el aún presidente los únicos fieles “son los votantes y los militantes”, ya que con su apoyo “no hay quien te tumbe”. Baltar también reconoció que no se va satisfecho con el trabajo del gobierno gallego con la provincia. “Nunca me voy satisfecho y menos con lo que han hecho por Ourense”. Matiza que se va sin rencor, pero la crítica, una vez más, queda.

 

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