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La arruga necesita tratamiento

Adolfo Domínguez sufre lo peor de la crisis Sus pérdidas hasta noviembre rozan los diez millones y su precio en Bolsa está en mínimos

María Fernández
Adolfo Domínguez con Javier Guerra en febrero de 2011.
Adolfo Domínguez con Javier Guerra en febrero de 2011.ANXO IGLESIAS

La crisis o, como añade Adolfo Domínguez, “una climatología adversa que no invita a realizar compras de temporada”, explicarían las últimas pérdidas de la empresa del modisto ourensano. “Esto, unido al descenso del consumo familiar, ha provocado que las ventas disminuyan 10 millones”, aclara la nota que la sociedad envió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores el sábado pasado. Esas comunicaciones oficiales con la información que se ve obligada a facilitar toda empresa que cotiza en Bolsa son las únicas explicaciones que ofrece la compañía, que registró pérdidas de 9,6 millones en los nueve primeros meses de su año fiscal (hasta el 30 de noviembre).

“El panorama pinta bastante negro. Se ha equivocado en su estrategia, abriendo tiendas en zonas que no resultaron y que ahora tiene que cerrar. Ha perdido un poco la estela que le llevó a la cima con lo de 'la arruga es bella”. El que habla es un sindicalista del textil que no quiere adelantar acontecimientos aunque reconoce que “en cualquier momento puede haber una mala noticia” que afecte a la plantilla. Formada por 2.356 personas está cada vez más intranquila por lo que pueda ocurrir. La mayoría (1.210) se ocupan de atender en los puntos de venta; otras 422 trabajan en talleres y 339 son mandos intermedios.

La empresa parece encerrada en sí misma desde que sonaron las primeras alarmas, en 2009, cuando afloraron números rojos por 2,4 millones. La dirección se vio entonces obligada a adelantar actuaciones para reequilibrar las cuentas. Las medidas: cierre de tiendas, contención de costes, más esfuerzo en el área comercial, una nueva web con tienda virtual y la reincorporación a la pasarela Cibeles. Aquello le sirvió momentáneamente para no terminar el año en pérdidas, en las que volvió a entrar el ejercicio siguiente y que continuaron en 2011. En cuando a la expansión, Asia y Latinoamérica se convirtieron en objetivos para elevar las maltrechas ventas nacionales.

“El textil, obviamente, es heterogéneo en cuanto a modelo de negocio y resultados. Las empresas que ahora están bien son las que tienen mercados más diversificados y cuentan con autonomía financiera”. Alberto Rocha, secretario del clúster textil Cointega, elude referirse a sociedades concretas aunque sus palabras apuntan a que, al margen de Inditex, apenas un puñado de compañías saben sobrellevar la fuerte caída de las ventas. Las claves: no fiar todo al mercado nacional y a los créditos bancarios. “Quienes se habían acostumbrado a que la financiación cayese del cielo están en una situación bastante mala”.

Adolfo Domínguez no tiene una deuda abultada (según sus últimas cuentas anuales, 25 millones, fundamentalmente con Novagalicia Banco, La Caixa y el Santander), pero parece no encontrar la estrategia definitiva para afrontar la crisis. Mantiene un ritmo sostenido de apertura de tiendas (94 en 2011), apostando por el mercado internacional y cerrando los puntos de venta que no son rentables. Pero errar el tiro no le ha salido barato. Solo en el ejercicio 2010 pagó 649.000 euros en indemnizaciones a dueños de locales por rescindir contratos. Entre sus accionistas, además del modisto (que cuenta con el 31% de los títulos), están el grupo catalán Puig, que tiene un 15%, varias sociedades de inversión como un fondo de pensiones de New Jersey o Libertas y Novagalicia Banco, que con un 5% ha sido un socio clave para entender el desarrollo del grupo. Esa participación, como casi todas las de las antiguas cajas de ahorros, ha dejado de considerarse estratégica. El grupo sí continúa recibiendo apoyo autonómico en forma de subvenciones de la Consellería de Economía, que el año pasado alcanzó 1,8 millones.

Sus acciones cotizan a 4,9 euros, lejos de los 48 euros de 2006
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De las 713 tiendas que el grupo tiene actualmente, 502 son propias y el 66% se encuentra en España. El 82% de los 143 millones que ingresó el año pasado por venta de ropa en sus líneas Adolfo Domínguez (la principal), U (para jóvenes), AD+, Nin@s, Salta y Hogar, provinieron del mercado nacional, en caída libre por el desplome del consumo. En el resto de Europa las ventas supusieron sólo 8,4 millones, cifra parecida a la cosechada en Latinoamérica (ocho) y Asia (13 millones).

Otro problema añadido está en su público objetivo: la moda pret-a-porter urbana enfocada a personas con poder adquisitivo medio-alto sufre tanto o más la depresión de la economía como los segmentos inferiores. La propia compañía reconoce que debido su estructura de precios y a los esfuerzos comerciales requeridos hasta alcanzar “el punto de equilibrio”, la mayor parte de las sociedades dependientes “sufren pérdidas continuadas encontrándose en una situación financiera débil”. “Las empresas necesitan tener claro cuál es su segmento. Es verdad que la moda gallega siempre ha tenido tirón en España, pero ante la evidencia de que el precio es un factor decisivo nadie puede quedarse parado. Hay que abaratar para competir, pero sin rebajar la calidad, de lo contrario pierdes identidad”, analiza Rocha.

El espejo de lo que le está ocurriendo a Adolfo Domínguez se encuentra en su cotización en Bolsa. Sus títulos cotizan a 4,99 euros, a años luz de su máximo histórico alcanzado en noviembre de 2006, (48,8 euros) y casi llegando a valores de hace una década.

Excesos verbales

La fama de perfeccionista precede al modisto gallego Adolfo Domínguez, que junto a tres hermanos aprendió el oficio en la sastrería familiar Faro. Juntos crearon desde San Cibrao das Viñas un emporio con ramificaciones en varios países y pusieron en valor la moda gallega. Los diseños de Adolfo, la cara visible del grupo, rompieron en los años 80 todos los convencionalismos. El lino, las corbatas estrechas y las camisas de cuello blando simbolizaron una etapa de crecimiento que parecía imparable.

El incendio de la fábrica principal del grupo, en 1991, no amedrentó a los Domínguez, que con generosas ayudas de la Xunta (seis millones de euros de entonces) recompusieron los mimbres de la compañía. Después vendrían las diferencias de Adolfo con sus hermanos Jesús, Josefina y Francisco Javier, que vendieron su parte de la sociedad para luego fundar Textil Lonia (con las marcas Purificación García y Carolina Herrera), hoy segundo grupo textil de Galicia. La saga familiar continúa en Bimba y Lola, fundada por dos sobrinas de Adolfo Domínguez.

Domínguez se prodiga ahora poco. Sobre todo desde que pidió en público el despido libre, y una flexibilidad laboral “sin trabas administrativas o judiciales, al modo anglosajón”. “No creo en un sistema que permite que alguien se coja un año por depresión, la mayoría de las veces fraudulenta, se reincorpore y tenga 30 días de vacaciones”, aseguró, para después lanzar otro dardo contra un sistema que, según él, “permite una corrupción pequeña pero generalizada”.

“Nos tiene acostumbrados a esos excesos verbales”, critica Juan Fernández, de UGT. Manuel Lores, responsable del textil en CCOO, lo lleva al plano laboral. “En la empresa él reúne a la gente y da las órdenes. Todo el mundo se cuadra”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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