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El jazz del viejo canalla

Gino Paoli, autor de himnos como ‘Sapore di sale’ o ‘Senza fine’, abraza el jazz y visita Madrid Mujeriego, calavera y exdiputado comunista, tiene una bala alojada junto al corazón

Gino Paoli.
Gino Paoli.ÁLVARO GARCÍA

Hoy a cualquiera se le llama canalla. Sin embargo, no es verdadero canalla quien quiere, sino quien puede. En el mundo del canalleo, hay una mayoría que vive del cuento y unos pocos que son canallas porque el mundo los hizo así, y qué le van a hacer. Es el caso de Gino Paoli, nacido en 1934 en Monfalconi, cerca de Trieste. Siempre ha sido un canalla modélico, tanto encima como fuera del escenario.

A su currículo canallesco no le faltan sus buenas dosis de sexo y drogas, menages a trois y a quatre y hasta un intento de suicidio del que le queda una bala alojada en las cercanías de su corazón, que no ha habido doctor que se haya atrevido a retirar. Ante la evidencia de los hechos, el cantante y compositor se afirma en sus convicciones. “Existe la opción de quedarte sentado sobre lo ya hecho y morirse de asco”, explica, “pero también la de no contentarse y seguir buscando algo nuevo sabiendo que a lo mejor lo encuentras, o a lo mejor no”.

En su segunda juventud, Gino Paoli se sumerge en las procelosas aguas del jazz, género que le ha traído hasta Madrid para sendas apariciones públicas. La primera, esta misma tarde, en el Instituto Italiano de Cultura (calle Mayor, 86), para lo que se anuncia como un encuentro del cantor con su público (entrada libre hasta agotar aforo). Paoli hablará sobre su vida y milagros y, presumiblemente, interpretará algunos de los números que se incluyen en su último cedé, Un incontro in jazz. La siguiente cita será mañana, en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial, donde Paoli interpretará su repertorio jazzístico al completo y sin interrupciones. En ambos casos, estará acompañado por el muy notable pianista Danilo Rea: “Seremos él y yo sobre el escenario. Allí no habrá ningún otro para sacarnos las castañas del fuego si algo sale mal, pero ¿qué es la vida sin riesgo?”.

El del cantor italiano es un mundo de luces y sombras. De desapariciones misteriosas, a menudo provocadas por su complicada relación con distintas sustancias, y sonadas resurrecciones. Cualquier cosa, menos la rutina: “Vivir intensamente es una elección. Cuando tienes 18 años puedes elegir entre ser un empleado y trabajar para otros, o renunciar a comer para hacer lo que realmente quieres hacer. Yo opté por lo segundo y no me arrepiento. Y eso que durante cinco o seis años pasé verdadera hambre”.

Sus citas en Madrid

- Hoy estará en el Instituto Italiano de Cultura(calle Mayor, 86). Charla encuentro con el público. Entrada libre hasta completar aforo.

- Mañana actúa en el teatro Real Coliseo Carlos III, en El Escorial. Interpretará su repertorio jazzístico sin interrupciones. 10 euros.

Su obra es incuestionable. Canciones como Il cielo in una stanza, Sapore di sale y Senza fine, supuestamente inspirada en su relación extramatrimonial con la cantante Ornella Vanoni (aunque hay quien sostiene que estaba en realidad dedicada a una prostituta con la que se veía en la misma época), llevan su firma: “Tengo localizadas 350 versiones del tema, incluyendo la que grabó Dean Martin. Hay un Senza fine cubano con acompañamiento de tambores. Y hay una versión nueva de Ana Belén que se llama Sin salida, me la acaban de mandar. Sobre todo, me gusta el hecho de que le hayan cambiado el tempo. Y me gusta Ana Belén, a la que no conozco, pero que canta muy bien”.

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Pasión por el jazz

La pasión del músico italiano por el jazz viene de antiguo: “Descubrí el jazz al término de la Segunda Guerra Mundial, con los americanos. Para mí el jazz es la libertad, lo llevo en el corazón”. Hablando de jazz, Paoli es un hombre de gustos amplios y diversos: “No hay un jazz mejor o peor, solo hay un jazz bueno y uno malo. Me gustan Lester Young y Louis Armstrong. Entre los cantantes, Nat King Cole y Tony Bennett, Billie Holiday, Elis Regina, Barbra Streissand…”.

Pero una cosa son los gustos y otra cosa es hacer de ello profesión: “Al principio yo me dedicaba a mis cosas, hasta que un músico de jazz muy importante de mi país, Enrico Rava, me llamó: ‘Estoy pensando en organizar un concierto con un cantante y resulta que tú eres ese cantante’. Pues vale. Dimos el concierto a ver qué salía y tuvo un éxito tal que todo el mundo estuvo tratando de convencernos para que repitiéramos. Tanto insistieron que, al final, cedimos. No sé cuántos conciertos hicimos, muchísimos”.

Por más que no sea un especialista en el tema, Paoli confiesa sentirse “perfectamente a gusto” compartiendo escenario con un conjunto de músicos de jazz: “Eso es así porque, para mí, cantar es un toma y daca continuo entre yo mismo y los que están a mi alrededor, al final todos nos enriquecemos con las aportaciones del otro. Pero yo sé que esto no es para todo el mundo. La mayoría de los cantantes llegan al estudio, o al escenario, le echan un vistazo al arreglo, lo cantan y buenas noches. Yo nunca hago playback, soy famoso por eso. Creo que soy el único cantante en mi país que jamás ha hecho playback. Los demás cantan siempre igual, yo no. Es como si vas a una recepción de la reina Isabel o a un festival del Partido Comunista: te comportas de distinta manera. Pues cuando cantas es lo mismo”.

Paoli sabe de lo que habla: aunque retirado de la política desde 1992, fue elegido diputado del Parlamento italiano por el Partido Comunista en 1987: “Mi actividad política tiene que ver con la necesidad que tenemos todos de enfadarnos ante hechos como la corrupción. Un hombre se muere cuando pierde la capacidad de enfadarse, y ahora hay muchos motivos para enfadarse. Hay un barco en el que estamos todos que se está hundiendo, y ahí estás tú con tu pequeña parcela tratando de salvarte por ti mismo. Eso no sirve para nada porque si el barco se hunde, tú y tu parcelita se van a hundir también. Sin embargo, no parece que haya nadie que lo comprenda. Aunque creo que Monti ha reaccionado y está trabajando en esa dirección”.

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