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Pongamos que hablo de… Suanzes

El futuro está en los renovados barrios periféricos. Lugares anodinos que la burbuja llenó de ‘lofts' Eso cree Pepo Márquez, de The Secret Society, que dedica un disco a su nuevo vecindario

Pepo Márquez ante un solar en su nuevo barrio de Suanzes, al que dedica su último disco.
Pepo Márquez ante un solar en su nuevo barrio de Suanzes, al que dedica su último disco. SAMUEL SÁNCHEZ

Estas historias suelen empezar cuando algo se rompe y se acaba. Hace dos años Pepo Márquez, de 33 años y líder del grupo de rock independiente The Secret Society, se separó de su novia con la que llevaba varios años saliendo. Tal y como mandan los cánones, puso varios códigos postales de distancia. Con una historia de amor roto a sus espaldas y varios zarpazos en el cuerpo, este músico madrileño dejó su piso de La Latina (“Vivir en el centro es la gran mentira”, asegura) y se fue a vivir al aparentemente aburrido y tranquilo barrio de Suanzes, al este de Madrid.

¿Hemos dicho aburrido? Quizá no lo sea tanto. El cambio de vida de Pepo Márquez ha ofrecido dos grandes e importantes descubrimientos. El primero tiene forma de disco y se llama Peores cosas pasan en el mar. Un álbum de canciones de pop introspectivo, cantado en castellano y compuesto casi íntegro tras la separación, en su loft de su nuevo barrio, al que, como agradeciendo su labor sanadora, le ha dedicado una canción. Ese es el segundo hallazgo: el distrito de Suanzes como excitante edén artístico y habitable alejado del centro de Madrid.

Encerrado entre la calle Alcalá y Hermanos García Noblejas, Suanzes ha sufrido una transformación generacional y estética en los últimos años. Hace tan sólo una década esta zona, que tomó su nombre del marques y marino conservador Juan Antonio Suanzes, tenía un aspecto suburbial y desértica. Es donde estaba, y está, la sede de EL PAÍS, pero sobre todo había fábricas, talleres mecánicos… y poco más. Ahora se ha convertido en un barrio donde muchos treintañeros, solteros o con pareja, han encontrado su pequeño paraíso. “Hasta hemos hecho camisetas sonde lo llamamos Suanzesburg”, bromea Márquez, comparando el barrio madrileño con Williamsburg, de Nueva York, donde artistas y jóvenes huyen hacía alquileres más asequibles que los de Manhattan.

Pepo Márquez habla de las comodidades del barrio como el mejor de los promotores inmobiliarios: “Estoy enamorado de Suanzes”, dice. “El futuro de Madrid no está ni en el centro ni en las afueras. Está en barrios como éste. La gente piensa que son feos, pero tienen edificios estupendos. Además hay mucho espacio vacío, un parque que está guay [el de la Quinta de los Molinos] y un metro que va directo al centro. Vale, no hay tiendas de Louis Vuitton ni de Lacoste, pero… ¿quién necesita esos comercios?”.

Cierto. Un paseo rápido por las calles de Suanzes, a la hora en que cierran las oficinas, ofrece una fotografía peculiar. Buenos edificios, lofts habitados por jóvenes con pinta de emprendedores artísticos, urbanizaciones con piscina y hasta bares rockeros, como el de los locales de ensayo Sonic Boom (calle Albasanz, 79) con pósters de Fugazi, At the Drive in y Sonic Youth en sus paredes y cervezas a poco más de un euro.

Allí, en su loft de 72 metros cuadrados por los que no paga más de 700 euros, escribió Pepo sus canciones de su ruptura sentimental. “No quería hacer un álbum sobre una separación”, asegura. “He tratado de hacer un disco respetuoso, yo tampoco soy un santo. Fue duro, pero pensé que había gente que estaba peor que yo”. De ahí el título disco, Peores cosas pasan en el mar, cogido al vuelo de un libro que Márquez no recuerda.

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Las referencias a Suanzes están desperdigadas por todo el disco. “Elegí vivir en un barrio tranquilo, donde la emoción sólo la ponga yo”, canta en la devastadora pero luminosa Parte de guerra. “Oigo a hombres que se mezclan con ruidos metálicos (mecánicos)”, dice en la canción con la que abre el disco, que, adivinen, se llama Suanzes: volver a empezar.

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