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La amenaza del ERE por la crisis coloca al Liceo al borde del abismo

La institución baraja, entre otras medidas, cerrar dos meses el teatro de ópera

El Teatro del Liceo durante un día de función.
El Teatro del Liceo durante un día de función.JOAN SÁNCHEZ

El Gran Teatro del Liceo se encamina a un profundo abismo difícil de sortear. Los recortes de las administraciones en las partidas de Cultura (solo el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación han mantenido su pequeña inversión) y el imparable descenso de los ingresos por patrocinio (en un 31% desde la temporada 2007-2008) han conducido a su dirección general a preparar un plan de emergencia para salvar los muebles esta temporada. Un plan, especialmente para la maltrecha imagen del teatro, un tanto suicida.

Joan Francesc Marco, su director general, estudia seriamente la posibilidad de cerrar el teatro dos meses durante este curso (marzo y junio) y llevarse por delante dos hitos del año: el doble programa de óperas del Alexander Zemlinsky Una tragedia florentina y El enano, previstas para el próximo abril, y Pelléas et Mélisande de Debussy, programada para finales de junio y principios de julio. También se verían afectadas las cuatro funciones previstas, y ya a la venta, de los Ballets de Montecarlo. Por ahora, asegura Marco, se trata de una posibilidad que solo se materializaría si el recorte del Ministerio de Cultura supera sensiblemente el 10% ya previsto (el estado aporta el 45% de inversión pública). Si antes del 30 de enero no tiene una cifra definitiva sobre la mesa, dice el director general, se verá obligado a tomar medidas drásticas.

El director general del Liceo Joan Francesc Marco.
El director general del Liceo Joan Francesc Marco.CARLES RIBAS

La cancelación de funciones lleva aparejado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal que ayer, según el comité de empresa, Marco confirmó al sindicato. La medida afectaría a los 390 trabajadores del Liceo, que durante esos dos meses se quedarían sin trabajo y sueldo y debería presentarse a la administración antes de febrero. El director general, sin embargo, niega en redondo que el plan esté cerrado y asegura que antes de cancelar títulos intentarán buscar otras opciones.

La situación supone un durísimo revés a la imagen nacional e internacional del Liceo, emblema de las artes escénicas, que en los últimos tres años ha perdido alrededor de un tercio de sus ingresos por patrocinio, justo lo contrario que su homólogo en Madrid, el Teatro Real. “La situación es muy grave”, aseguran desde la dirección general. Otras fuentes de primer nivel del teatro son más crudas: “Es patético”.

El presupuesto actual de la institución es de 48,4 millones de euros. Cerca del 60% se destina a los gastos fijos de funcionamiento, nóminas y estructura. Es ahí, más que en el coste de los espectáculos, donde se fija la fuente de ahorro que generaría el cierre temporal, cifrada en algo más de dos millones de euros. Fuentes del teatro aseguran que la estructura laboral y los elevados gastos que supone es inasumible para las cuentas de la institución. Un panorama que conduce irremediablemente, y al margen de las medidas que se aprueben este año, a una reducción de personal (un nuevo ERE, esta vez indefinido) para la temporada que viene. La dirección se comprometió a principios de curso a no despedir a nadie este año. Muy distinto parece que será en 2013, cuando, por cierto, aterrizará Josep Pons al frente de la dirección musical.

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Hasta ahora cancelar títulos programados ha sido monopolio, desde antes del inicio de la crisis, de los teatros italianos

La paradoja del problema reside en que la explotación artística de las obras concede anualmente alrededor de un millón de euros de beneficio. Una situación que ilustra la doble personalidad de la institución (la artística y la gerencial) y anuncia un previsible divorcio a la vista. El teatro tuvo que retrasar este año el comienzo de la temporada operística por la falta de liquidez, y lo hizo, nada menos, que con una versión en concierto (mucho más barata) de Fausto.

No es esta la primera vez, desde el inicio de la crisis y la llegada de Marco a mediados de 2008, que el Liceo cancela parte de la programación presentada y con entradas a la venta. A finales de julio de 2009 el teatro ya suspendió todas las actividades del foyer —cinco conciertos y dos sesiones golfas— con el objetivo de ahorrar los 324.000 euros que costaba y equilibrar así el presupuesto del curso, que preveía un déficit de medio millón. A mitad del pasado mes de diciembre ya se anunció la suspensión de cinco funciones de la programación familiar de teatro. Pero la decisión de cancelar las funciones de óperas, programadas desde hace casi un año, sitúa al teatro en una delicada situación frente a espectadores y artistas.

Con los contratos de cantantes y directores de escena y orquesta firmados ya, la suspensión de funciones no saldrá gratis al coliseo lírico barcelonés

La ópera no ha sido inmune a la crisis económica y los cantantes, directores de orquesta y directores de escena han visto como en los últimos años los teatros les han pedido ajustar sus honorarios, rebajarlos notablemente. Sin embargo, hasta ahora cancelar títulos programados ha sido monopolio, desde antes del inicio de la crisis, de los teatros italianos, que, salvo excepciones, como La Scala de Milán, ha provocado que muchos artistas rechacen actuar en ese país por la inseguridad que supone.

La italianización del Teatro del Liceo, en caso de confirmarse la cancelación de las óperas programadas, puede perjudicar seriamente a su prestigio en Europa. Con los contratos de cantantes y directores de escena y orquesta firmados ya, la suspensión de funciones no saldrá gratis al coliseo lírico barcelonés, que deberá, además de devolver el dinero de las localidades ya vendidas, indemnizar a los artistas. Solo podrá evitar esta medida económicamente perjudicial con aquellos artistas a los que pueda buscar funciones en otros teatros de ópera en las fechas que tenían comprometidas con el Liceo.

Recortes sangrantes

AGUSTÍ FANCELLI

La ópera, espectáculo caro que precisa de grandes colectivos para su puesta en escena, por fuerza no podía quedar al margen de los recortes presupuestarios provocados por la crisis, máxime cuando estos recortes han llegado ya a territorios tan sensibles y primordiales como la sanidad o la educación. Los ajustes, en mayor o menor medida, se han producido en todos los teatros europeos y el Liceo no podía ser la excepción.

Hay, sin embargo, en el caso del teatro lírico barcelonés, un dato específico particularmente sangrante: la caída del patrocinio privado. De 6,9 millones de euros durante la temporada 2007-2008 se ha pasado a 4,5 en la actual, lo que supone una reducción de más del 30%. En el Teatro Real de Madrid el monto de esta aportación para la presente temporada es de 7 millones. La comparación de las dos cantidades hace sospechar que en Barcelona no se está cuidando esta parcela con el esmero que convendría.

Cuando el ajuste presupuestario supera los 10 millones de euros en apenas dos años —de unos 60 millones de la temporada 2008/2009 a los actuales 48,4—, seguramente la única salida que queda para no incurrir en un déficit insoportable es un ERE. Ni qué decir tiene que tal medida representa un drama para el personal de plantilla que lo soporta. Pero es que además perjudica seriamente al prestigio internacional del teatro, obligado a suprimir títulos de la programación y a deshacer contratos con artistas firmados con años de antelación. En tales circunstancias, de los actuales gestores del teatro no cabe reclamar más que la mayor previsión posible de manera que las cancelaciones no se produzcan cuando ya se están vendiendo entradas para unos espectáculos que nunca subirán a escena.

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