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11 protagonistas de 2011 | francisco granados

Perder el poder

La fidelidad y la lealtad lo son todo en política. El más mínimo atisbo de traición puede desencadenar guerras fratricidas y condenar al mejor escudero. Pero siempre queda una última palabra por decir

Jesús Sérvulo González
Granados, aún consejero, en la Asamblea de Madrid el pasado marzo.
Granados, aún consejero, en la Asamblea de Madrid el pasado marzo.ÁLVARO GARCÍA

Francisco Granados ha sido uno de los símbolos del PP de Madrid en los últimos años. Ha reunido poder e influencia a la sombra de Esperanza Aguirre, pero en 2011 ha perdido buena parte de ese caudal. El exconsejero de Presidencia, Justicia e Interior ha vivido un año aciago. La presidenta de Madrid lo ha apartado de su Gobierno. La historia del último año de Granados resulta paradójica: poco a poco ha ido perdiendo la confianza de Aguirre, mientras que su gran rival político, Ignacio González, iba sumando encargos.

El año pasado, Granados tuvo que lidiar con el caso del espionaje a políticos de Madrid, que cayó en un limbo jurídico, por lo que al comenzar 2011 consideraba superado el trance. Año electoral y el viento a favor. En aquel momento, nada le hacía suponer que 12 meses más tarde tendría cerradas las puertas del Ejecutivo regional. Algunos diputados cuentan que todo comenzó al descubrirse que la presidenta tenía cáncer. Estalló la guerra sucesoria. Los dos halcones de Aguirre iniciaron las hostilidades. Granados nunca tuvo opción.

El segundo halcón

La organización de actos para la campaña de Rajoy sin el permiso de Aguirre le costó el puesto.

Al arrancar la precampaña de las autonómicas, el ex secretario general del PP de Madrid trató de elaborar las listas electorales. Pero González no cedió. El vicepresidente supervisó una a una todas las candidaturas. Tras ganar los comicios, Aguirre afeó a Granados en el discurso de investidura que no se vieran mejoras en la justicia madrileña. Luego le ofreció ser portavoz del PP en la Asamblea y este lo rechazó. La presidenta lo dejó sin cartera. Se quedaba como diputado regional y senador, pero sin cargo.

Llegaron las generales. Aunque la relación se había enfriado, Granados seguía en contacto con Aguirre. En la campaña electoral se produjo la ruptura definitiva. Granados, como secretario general del PP de Madrid, organizó actos para Génova al margen de la presidenta. Después de que Mariano Rajoy ganara, la lideresa apartó a Granados de su cargo de secretario general. González asumió el cargo. Desde entonces, el exconsejero se ha arrimado a la sede del PP, con la que Aguirre mantiene una particular relación. En 2012 el PP de Madrid celebrará un congreso y allí se verá si la presidenta acertó confiando en González y dejando caer a Granados. La historia no ha terminado.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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