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escenarios

Cómo volver loco a Julio Verne

Cinco reposiciones y sigue lleno. 'Los sobrinos del capitán Grant' es una zarzuela, pero también una delirante aventura de tres horas (que los niños devoran) y un clásico de la Navidad madrileña

María Rey, en su sesión de maquillaje.
María Rey, en su sesión de maquillaje.CRISTÓBAL MANUEL

Un hombre en ropa interior se asoma a la puerta de un camerino mientras dos actores disfrazados de llama andina esperan para entrar a escena junto a un casco de buzo y una estrella de mar. No es una tienda de disfraces ni un manicomio, sino que estamos entre bambalinas en el teatro de la Zarzuela minutos antes del ensayo general de Los sobrinos del capitán Grant. La zarzuela vuelve en su quinta reposición a la sala de la calle de Jovellanos durante cuatro semanas a partir de hoy.

"En 1870 ya se hacía anualmente porque es muy familiar. Cada vez que se ha programado, el teatro ha estado lleno hasta el último día. Aunque dure tres horas, los niños se la zampan en un pispás", explica su director, Paco Mir. Y no es de extrañar. En escena hay animales, montañas hinchables que aparecen como por arte de magia, un enorme barco con toda su tripulación cantando a coro, una inundación y buzos que salen del foso de la orquesta. Todo para contar la aventura de un grupo de personajes peculiares en busca del tesoro perdido del capitán Grant, cuyo barco ha naufragado en la Patagonia.

Desde dos horas antes de la representación, ya se nota el jaleo en las tres plantas del teatro, donde las maquilladoras comienzan su trabajo: tienen por delante 250 rostros que pintar, 40 personas que cambian de maquillaje en siete escenas. En la planta superior, los de vestuario tampoco paran. Roberto Martínez arregla con cuidado las escamas de la cola de la sirena. "Cualquier disfraz de la escena del fondo del mar lleva mucho trabajo, como los peces o las medusas", explica entre pespunte y pespunte. Por la escalera sube uno de los utilleros mientras maneja una pistola de latón.

La historia, basada en el texto de Julio Verne y con música de Manuel Fernández Caballero, pertenece a una época de máxima rivalidad entre los compositores de zarzuela. "Había un tipo de zarzuela que parodiaba a la ópera y la literatura. Se trataba de ver quién hacía la obra más bestia, por eso se incluían volcanes y terremotos, a ver quién llamaba más la atención", explica Mir.

Los números

  • En la obra salen 650 piezas de vestuario.
  • Para coordinar tras el escenario hacen falta seis regidores y 60 técnicos.
  • Hay 16 cambios de decorados y en algunas escenas hay más de 100 personas sobre las tablas.
  • Desde 2001 la han visto 80.000 personas.

En el teatro, los actores deambulan por los estrechos pasillos, de un camerino a otro. Durante la función, algunos de ellos, como los miembros del ballet y el coro, tienen que correr por empinadas escaleras para poder cambiarse. Más fácil lo tienen los actores principales, que tienen camerino en la planta baja. Millán Salcedo, que hace de Marcial Mochila, calienta la voz ataviado con unos tirantes y una camiseta interior. En las habitaciones de al lado, Fernando Conde se enfunda el gorro de dormir y los anteojos, y Mar Abascal y María Rey se ponen bien las pelucas. En el escenario todo está listo: la enorme corrala de vecinos desmontable domina la escena, los técnicos se preparan para tres horas de infarto y una de las regidoras baila al ritmo de la música de Fernández Caballero.

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Una música que, para el director en el foso de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, José Miguel Pérez-Sierra, es "de una alta calidad". "Hay escenas como las del terremoto y la tempestad que recuerdan mucho a Rossini. La música refleja el folclore de todas las partes del mundo que visita el capitán Grant", explica. Además, al atractivo ya propio de la obra han sumado una iconografía que hace guiños al mismísimo Tintín. "Tenemos a un profesor loco que recuerda a Tornasol, Xavi Mira es nuestro Tintín particular y Mochila dice 'Rayos y centellas' como el capitán Haddock", explica Mir.

Actrices entre bastidores durante un ensayo.
Actrices entre bastidores durante un ensayo.CRISTÓBAL MANUEL

El director de escenario, Eloy García, habla de esta zarzuela como de su niña bonita. "Es una obra espléndida para Navidad, la producción más divertida que se ha hecho en el teatro de la Zarzuela", explica. Por su lado pasa el actor Richard Collins-Moore, uno de los supuestos sobrinos del capitán, que pone el dinero para financiar la disparatada travesía. Junto a la pared del fondo, la llama sigue presente. "La llama se ha convertido en un icono de la producción, porque sale por todas partes. Es un gag de repetición que funciona, y al final hasta sale a saludar", explica Mir.

Los sobrinos del capitán Grant. Teatro de la Zarzuela. Hasta el 8 de enero. Entradas: de 5 a 40 euros.

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